Las Navidades pasadas, en el norte de Italia, confluyeron en pocos días tres luctuosos casos de mujeres que murieron durante el parto. Se dio la noticia en medios citando escuetos datos de edades y poblaciones. Torino, Bolonia, Vincenza. Pocas tragedias guardan tanto contraste en su interior: de esperar el nacimiento de un hijo, uno de los momentos más felices imaginables, a la desaparición de esa familia que en caso de hijo primogénito, nunca llegará a ser.

¿Cómo se afronta algo así? ¿Cómo se sobrevive? ¿Qué hay a la semana siguiente en la vida de los que quedan? Son cuestiones que quedan en el lado oscuro de la vida, sabidas solamente por los más cercanos al marido ya viudo, y a la familia.

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Pero en el caso de Marta Lazzarin, de 35 años, y Chris Cappello esto no ha sido así. Se ha convertido en un conocido caso llamémoslo de supervivencia. Chris Cappello anunció a los 6 días del deceso de Marta y su hijo nonato Leonardo, su intención de dar la vuelta a Italia a pie por ella, en su recuerdo, y en ayuda de cuantos sufren enfermedades raras, recaudando fondos. Y de todo aquel que necesite una sonrisa, porque según cuenta el mismo Chris «Marta hacía sonreír a todo el mundo».

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No es una huída, sino que el viaje tiene el sentido de dar significado a una vida que a veces guarda oscuros designios, dice Chris Cappello en una carta que publicó en la web que llevaban juntos Marta y él mismo. La web, blogdiviaggi.com, es un blog sobre viajes que llevaron a cabo para contar la gran pasión que compartían. Recorrieron medio mundo.Y como si fuera una etapa más de su proyecto común, Chris emprendió un viaje a pie de cerca de un año de duración con la intención de dar a conocer la belleza de los pueblos pequeños y desconocidos de Italia. Partió el pasado 2 de abril, día en que se esperaba que naciera el pequeño Leonardo. Un viaje que ella habría querido hacer porque amaba Italia. En su carta cuenta Chris Cappello que quiere dar luz a estos pueblos olvidados por pequeños, así como dar a conocer las enfermedades raras, que por ser tan minoritarias no reciben fondos gubernamentales ni son siquiera conocidas. «El principio del bien es el final del mal».

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El proceso, el viaje, es hijo de nuestros tiempos: ha podido seguirse por redes sociales y por artículos publicados en la web blogdiviaggi.com, así como saber en tiempo real en qué punto de Italia se encuentra Chris. Compartió una carta de despedida a su novia y a su hijo por Twitter a los dos días de su muerte. Tras dos meses dio a conocer el proyecto, ya con forma, en la iglesia a la que pertenece. El proyecto se podría seguir con el hashtag #marta4kids. Una historia a la que ponemos cara, letra y pasos. Algo que sin duda potencia y hace posible la ayuda recaudada económicamente para fines benéficos.

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La iglesia de Chris como comunidad se nota detrás del proyecto. Habrá gente ayudándolo en los pueblos por los que vaya pasando. En ese sentido, no se sentirá solo. Su sentimiento religioso es fuerte, y como puede leerse en sus artículos, un pilar fundamental desde el primer momento.

A principios de octubre, tras dar la vuelta a la bota e iniciar la vuelta hacia el norte de Italia del que partió, Chris estaba pasando uno de sus peores momentos. 2.300 km en las piernas, un cansancio que cada día se acumula más y una melancolía que lo hacen sentir solo. «Estoy solo, me siento solo», cuenta en su blog. Dolores de cólico renal que van apareciendo y reapareciendo, una lluvia que no cesa. Llega a un hostal de paredes blancas, donde el dueño amablemente lo reconoce y se preocupa por él. Chris prefiere ir a la habitación. Allí, tiene la sensación de estar en un «hospital, un maldito hospital». Mira por la ventana, el sol se oculta tras el mar. Siente que este puede ser su último día, está mal. «Respiro profundamente el olor a salitre, creyendo que puede ser la última vez». Luego duerme, duerme por catorce horas. Al día siguiente todo vuelve a comenzar, y como por arte de magia sale un sol «que le hace olvidar la llegada del otoño». Y reflexiona en su blog: «En ocasiones pienso que tras haber pensado en morir puedo apreciar más la vida. Lo que para algunos se da por descontado, para mí hoy es un milagro».

Al día siguiente recibe una llamada, resulta ser el Papa Francisco: «Lo que estás haciendo es una cosa bellísima, ve adelante y lleva contigo el mensaje de que hacer el bien hace bien». Tras colgar quedan otros 2.200 km por delante a unas cansadas piernas, «pero la esperanza de poder ayudar es más grande que cualquier fatiga».

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Por las mañanas planifica los km, los itinerarios por bosques, playas y ciudades que son su objetivo. Dice sentir que tanto caminar le ha hecho afinar un sentido de la belleza, una sensibilidad particular hacia cuanto lo rodea. «Aunque la vida ha sido durísima conmigo no la odio». A veces siente envidia al pasar junto a una casa que desprende un olor a chimenea, la calidez del recuerdo de un hogar, de la protección que la casa da a la familia. «Sí, la casa. En este viaje he descubierto en mi piel lo que significa ser un nómada. Mi casa, como era antes mi casa, ya no existirá más. Es un lugar que el futuro iluminará de pura luz, sí, aquella de la mañana que guía mis jornadas».