El viaje al pueblo de los veranos ha cambiado mucho desde entonces. Ya no estamos los mismos, el pueblo ha engordado, las vacaciones son más cortas. Y también ha cambiado la carretera. En nuestro caso mis padres eran tan madrugadores que nos subían en el coche a las tres de la madrugada y amanecíamos en Cazorla con las primeras luces de la sierra.

Pero no siempre era así, y cuando salíamos más tarde o más pronto (según se mire)  podía contemplar imágenes que han quedado grabadas en mi memoria, que a día de hoy no me parecen gran cosa tal vez, pero que en su día significaban el inicio o el final de los idílicos veranos en el pueblo.

La antigua nacional 340 pasaba por dentro de pueblos como Alcantarilla, donde se encuentra la fábrica Hero y la Noria de agua. La N-340 es nuestra española Route 66, la carretera más larga del país.

En aquellos años pre-autovía hacer un viaje al pueblo era bastante más arduo y sudoroso de lo que lo es hoy. Falta de aire acondicionado, carreteras que cruzaban pueblos, y pueblos cruzados por camiones. Por eso había que madrugar, y conocer los mejores bares de carretera, que eran, como todo el mundo sabe los que tenían el parking copado de camiones.

Antes de dormirme pedía a mis padres que me despertaran al pasar por Alhama de Murcia, pues allí estaba y está la mítica fábrica de El Pozo. En los ochenta había un anuncio en TVE en el que salía la fábrica, y pasar por allí era para mí un contacto con el mundo de la televisión. Al regresar a casa y ver de nuevo el anuncio me sentía orgullosa de haber pasado por la puerta.

Y en un viaje tan largo no podía faltar la parada en la Venta del Ángel, en Cúllar de Baza. Los bocadillos eran espectaculares, de auténtico pan de pueblo hecho a leña. Y el cassette de Los Chichos o de Nana Mouskouri junto a la puerta de entrada

Y lo que no nos quitaba nadie era el impertérrito puerto de Tíscar, con sus mil curvas y mareos subsiguientes antes de llegar a nuestra tierra prometida.