“Todo lo que buscas está al otro lado del miedo”, dice Jack Canfield, el coach creador de la saga Sopa de pollo para el alma.

Si al empezar a actuar en pos de nuestro objetivo fracasamos, ¿qué nos parecerá esto? ¿estaremos preparados para un más que normal primer intento fallido? Hay que tomar el fracaso como parte indispensable del éxito. ¿Cómo? Perdiéndole el miedo y viéndolo como una oportunidad de analizar nuestros errores, en qué hemos fallado y cómo: qué es lo que todavía nos separa del éxito y podemos mejorar. Este fracaso “instructivo” nos retroalimenta y pone en una mejor situación de cara a la siguiente oportunidad que tengamos en nuestro horizonte. Por tanto, administrar nuestras cartas y convertirlas en nuestra mejor mano aunque no dispongamos del órdago de turno podría ser el inicio de un reto digno de atención.

Lo más habitual es que surjan contratiempos, que nos equivoquemos y que no salgan las cosas tal como esperamos a la primera. Pero los errores pueden corregirse sin dejar de actuar, aceptándolos como una parte más del éxito. Si cuando nos metemos en faena y aventuramos a salir al mundo para sacar adelante nuestros sueños tenemos en cuenta que no va a a ser un camino de rosas, si nos preparamos para la adversidad, entonces recibiremos los reveses con un estrés normal, pero no con angustia. Digamos que tener inventariados un cierto número de errores propios como algo dentro de lo normal en el proceso de aprendizaje es lo que reduce la ansiedad ante el error muchas veces inevitable. Esta es la diferencia que nos permitirá ganar confianza en nosotros mismos, ya que veremos que podemos superar cualquier situación y además aprender de ella, aumentando nuestra experiencia. Actuar es un buen método de aprendizaje, ya que se avanza mejor mientras vamos sumando pequeñas cumbres en nuestro historial. Estas un día harán que nos atrevamos con nuestro Everest particular.