Dijo Picasso que quien se guarda un elogio se está quedando con algo que no es suyo. Es una idea poética, pero guarda mucha verdad en su interior. Quien nos brinda un buen trabajo, ya sea transportándonos al nuestro propio, o sirviéndonos la comida, o solucionándonos cualquier avería, o en cualquier labor que sea remunerada, trabajará mucho mejor y mucho más a gusto si le hacemos saber cómo es de importante su labor para nosotros. Si le mostramos el aprecio por el trabajo bien hecho. Ya no digamos si esa persona trabaja para nosotros. Desde el punto de vista del empleado está demostrado que sentirse apreciado en la empresa, implicado, y recibir una actitud comprensiva son motivadores tan fuertes o más que el salario recibido. Y si nos paramos a pensar veremos que son cuestiones de actitud, que no cuestan dinero, solamente empatía.

También podría ser que Picasso se refiriera a otro tipo de elogios, como el que se puede tener ante una obra de arte, ante un paisaje, ante un objeto bello. O elogio ante algo más abstracto, como pueda ser recibir un buen trato, mostrar alegría, hacer reír. En este caso el elogio es parte del círculo virtuoso, si alguien lo recibe se siente más confiado y dispuesto a volver a actuar de esa forma que ha sido elogiada. Hay que saber agradecer el esfuerzo que los demás han hecho, su deferencia hacia nosotros. Es tan fácil observarlo en los niños.

Dedicamos tiempo, y mucha energía para conseguir tener más dinero, más comodidades, conseguir mejores marcas en un deporte o mejores resultados académicos. Una parte de este esfuerzo viene por nuestro natural deseo de reconocimiento, el deseo de sentirnos especiales. Sin embargo cuando nos sentimos realmente apreciados o queridos no es cuando miran nuestro coche o conseguimos un sobresaliente en matemáticas. Al final las personas que nos dejan huella son aquellas que nos hacen sentir apreciados. Quien aprecia y agradece se encuentra en un estado de abundancia, que además crece atrayendo en espiral un mayor reconocimiento a nivel interpersonal. Cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da.