Uno de los puntos clave para controlar el timón de nuestra vida es obtener el control de nuestra economía particular. Las deudas nos atan, y gastar demasiado centra nuestra atención en consumir más que en acumular fortuna. Una forma es la que plantea la tradición japonesa del Kakebo, unos cuadernos para apuntar diariamente los gastos e ingresos, y de qué forma se reparten esos gastos entre las necesidades básicas, los gastos fijos, el ocio, el vicio, la cultura, etc. Luego se puede ir sumando semanalmente y anualmente para llevar un resumen de nuestra contabilidad personal. Hay que ser honesto al ir llevando la cuenta, y si bien es cierto que supone un pequeño esfuerzo diario, este se transforma pronto en un hábito que nos trae pingües beneficios a largo plazo.

Estos beneficios que nos deja el Kakebo no son por arte de magia, sino que son consecuencia del hecho de plantearnos a final de mes si no habremos gastado demasiado en, por ejemplo, ropa o cenas. Conozco a una persona que suele gastar más de lo recomendable en cultura, pero no suele ser la norma. Los ingresos están relacionados con la cantidad de tiempo libre, pero lo están más directamente los “beneficios”, el resultante de los ingresos menos los gastos. Un gasto lógico y acorde a nuestro nivel real de ingresos es lo que nos permite el disfrute de una vida equilibrada.
En realidad el Kakebo cumple la misma función que podría hacer una simple hoja de Excel en la que tuviéramos la constancia de apuntar nuestros gastos diariamente. Es una forma de entender día a día en qué se nos va el dinero. El hecho de pasar a escrito los tickets y facturas es un pequeño acto de reflexión y de tomar conciencia de los mismos. Pasa con nuestras emociones y también con nuestra economía. Es una forma de valorar si nos vale la pena o no el próximo gasto que vamos a hacer. No se trata de gastar menos en principio, sino de aclarar en qué se gasta uno el dinero, diaria, semanal y anualmente, cuestión que puede parecer fácil pero de la que poca gente es consciente. Y una vez aclarado este punto, decidir.

Lourdes Carmona