Manute Bol, un gigante fuera de la cancha (I)

La historia de Manute Bol es sumamente curiosa. Si no lo hubiésemos visto cientos de veces por la tele creeríamos que es mentira este africano de Sudán del Sur, que habría sido jefe de su tribu de los Dinka si no llega a jugar a baloncesto. Y es que este jefe dinka medía 2,31 pesando solamente 80 kg al llegar a EEUU.
Consiguió llegar al estrellato de la NBA tras mucho esfuerzo, pues en sus inicios era un jugador muy flojo técnicamente… Realmente su imagen resultaba inverosímil.

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Empezó desde abajo, en una universidad de la segunda división, no pudo acceder a una mejor universidad por su analfabetismo. Desde el principio tuvo claro su objetivo, jugar en la NBA. La gente pensaba que no tenía el nivel, jugaba en segunda división universitaria y era «demasiado delgado».

  «Haré lo que tenga que hacer»

   Esta fue su respuesta entonces y podría ser su lema, pues fue así como actuó en su vida, con un enorme convencimiento y dedicación plena. Consiguió ganar diez escasos kilos que le permitieron tener la fortaleza mínima para enfrentar a los fuertes jugadores de NBA. Y sobre todo explotó su singularidad, siendo durante muchos años uno de los mejores defensas de la liga americana y un icono mediático.
   Pero llegó la guerra a su país por causa de un gobierno fundamentalista que perseguía a los cristianos del sur, de donde era él. No dudó en luchar por su causa, la de su gente, y emprendió una generosa labor que consistió en un principio en dar a conocer la cruenta situación: más de dos millones de muertos y cuatro de desplazados.
   De nuevo tuvo un plan, ayudar a «los niños perdidos» de la guerra. Se calcula que unos 30.000 niños quedaron huérfanos. Él consiguió sacar a muchos de ellos de una muerte segura. Hoy en día 2.500 de esos niños viven en EEUU tras haber recibido una educación. Aquí en la foto con un grupo de jóvenes de «los niños perdidos» que sobrevivió a la guerra.
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 Jugó todavía unos años más al baloncesto en diferentes países. Pero el mismo cuerpo que le permitió llegar a lo más alto empezaba a tener achaques que lo lastraban. Sin embargo continuó luchando por su pueblo.