¿POR QUÉ NO OBTENGO LO QUE ME MEREZCO? (PILDORITA XV)

Ser, sentir y merecer. Parece simplón y casi inofensivo. ¿Por qué nos cuesta tanto?

Indagar en nuestra debilidad nos pone el vello como escarpias. Quizás sea el motivo por el que nos molesta mirar hacia adentro, nos resulta pan comido ver la paja en el ojo ajeno. Sabemos que si algo nos incomoda, para evitar el enfrentamiento con el becerro preferimos no verlo. Poner en marcha ese mecanismo de defensa, conocido como excusitis aguda, viene a ser un recurso popular. Porque así no arriesgamos, es más fácil vivir en una burbuja acomodada que en un suspiro por conocer. Entonces, pasa el tiempo y con sus días se evaporan las ilusiones por mero aburrimiento.

Convivir de forma eterna en la zona de confort no implica ser feliz, es más cercano al conocer cada milímetro de la secuencia. No hay sorpresas, hay comodidad y poca variedad. La gráfica más parecida a un encefalograma plano.

En el supuesto de querer hacer algo por cambiar la realidad, no hay nada como ser honesto. Ese sería el punto de partida idóneo, porque a partir de ahí dispondríamos de infinidad de posibilidades capaces de generar un nuevo resultado.

Esta semana te proponemos una actividad, papel y lápiz en mano. Anota en una columna que cosas/objetos/personas de tu alrededor dejaron de ser de tu agrado, en otra columna anota qué te incomoda y en otra columna qué te gustaría en su lugar. Actúa.