“En los años que viví en Estados Unidos siempre me impresionó que cuando el americano medio ve triunfar a alguien, va rápidamente a tratar de averiguar cómo lo ha hecho. No le preocupa que ese alguien haya triunfado sino que lo que quiere es tratar de triunfar aprendiendo del que ya lo ha hecho. Esto no encaja al cien por cien con nuestra mentalidad.” Esto decía hace unos días Jaime Grego, investigador y presidente de la biofarmacéutica LETI, en el programa La Observadora de RNE.

Y es verdad que ya sea por vergüenza, por comodidad, o por no enfrentar un cambio, nos cuesta bastante preguntar a la gente que ha conseguido lo que nos gustaría a nosotros lograr cómo se hace. Cómo lo han hecho en su caso. No es solamente el éxito en sí que esa persona haya logrado lo que nos tiene que mover a preguntarle, sino su integridad y honestidad, su calidad como persona. Esto se puede empezar a saber gracias a tres preguntas: ¿Nos gusta? ¿Nos da confianza? ¿La respetamos? Es un poco falta de tradición, y también falta de tiempo. Pero el éxito deja pistas, y un camino que ya ha sido pisado es más fácil y rápido de recorrer que uno inhóspito que tenemos que ir abriendo paso a paso. Abrir huella se llama en el mundo de la montaña.

Averiguar cómo alguien ha logrado algo que nos gustaría hacer a nosotros mismos puede hacerse de muchas formas. Observando su ejemplo, leyendo libros que este tipo de personas suelen escribir, o simple y llanamente preguntando a la persona. Preguntando de forma directa y sincera, porque aunque sea algo infrecuente, cuando alguien recibe una petición de consejo, primeramente lo siente como un cumplido. Hay que aprovechar la facilidad con la que hoy en día se puede contactar con los demás por las redes sociales. Observar quién nos interesa, a quién respetamos, quién nos produce confianza. La gente está mucho más dispuesta a contar su historia, cómo le ha ido en su aventura vital, de lo que en principio se puede pensar.